Primer y último discurso pronunciado por Yogi Ramsuratkumar el 1 de Diciembre de 1976.
Amigos míos:
Este mendigo aprendió a los pies de Swami Ramdas el nombre divino de Rama, y os implora, os implora a todos vosotros que no olvidéis el nombre divino Rama. En todo lo que hagáis, dondequiera que estéis, sed como Anjaneya, como Maruti, pensad en Rama y realizad vuestras acciones en este mundo. En todo momento, nos encontramos con problemas, hoy un problema, mañana otro problema, pasado mañana otro problema. Y con motivo de enfrentarnos a esos problemas, a menudo nos sentimos abatidos, decepcionados, psicológicamente enfermos, si no recordamos el nombre del Divino. Así, este mendigo os suplica a todos que no olvidéis el nombre divino Rama. Hay gente que prefiere recordar el nombre de Siva. Es igualmente bueno. Hay quien quiere recordar el nombre de Ganapati, igualmente bueno. Cualquiera que sea el nombre que elijáis, cualquiera que sea la forma que elijáis, dad a este mendigo lo que él quiere. No olvidéis nunca al Divino. Vivid en el mundo, y los problemas estarán ahí. Si recordamos el nombre divino, seremos psicológicamente sólidos. Podremos sentir los problemas un poco. Pero incluso así, si no tenemos fe en Dios, la intensidad con la que sentiremos será mucho más aguda que la de un hombre de fe, un hombre que recuerda el nombre de Rama. Este mendigo siempre está mendigando. Mendigando alimentos, mendigando ropa, mendigando que compongáis canciones sobre este mendigo, que construyáis una casa para mí, que compréis una casa para mí, una cabaña para mí, esta cosa, esa otra, tantas cosas. Este mendigo quiere mendigar de vosotros esto también, y vosotros siempre dais a este mendigo lo que este mendigo ha mendigado. Así, este mendigo, mendiga, por favor, no olvidéis el nombre de Dios. El nombre divino siempre ha sido de gran ayuda para todos en el mundo. Leed a Kabir, a Tulsi, a Appar Swami, a Manickavachaka Swami, cómo enfatizaron el Namasivaya. No lo olvidéis, esto es vuestro corazón, esto es vuestra alma, ya sea Om Namasivaya, o Om Namó Narayanaya, ya sea Rama, Siva o Krishna, cualquiera que sea el nombre que elijáis, cualquiera que sea la forma que elijáis, no tiene importancia. Pero recordad al Señor bajo cualquier nombre, bajo cualquier forma de vuestra elección. Al igual que cuando la lluvia cae con fuerza cogemos el paraguas y vamos a la fábrica o al campo a hacer nuestro trabajo; dondequiera que vayamos para comerciar, cogemos el paraguas y vamos con la lluvia cayendo. Pero trabajamos, hacemos nuestro trabajo. Del mismo modo, tenemos tantos problemas en todas partes. El nombre divino es como un paraguas bajo la fuerte lluvia. Tomad el nombre divino y haced vuestro trabajo en el mundo. Este mendigo mendiga de vosotros, y este mendigo ha recibido de vosotros todo lo que ha mendigado. Así, este mendigo cree que ninguno de vosotros declinará, cuando este mendigo os pida: no olvidéis el nombre divino. Este mendigo ruega a su Padre que os bendiga a todos los que habéis venido aquí. Mi Señor Rama os bendice. Mi Padre os bendice. Arunachaleswara os bendice. Para mí, no tiene importancia qué nombre sea. Todas las bendiciones de mi Padre para todos vosotros. Bueno, esto es el final. Esto es todo».
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